La etapa de Educación Infantil es fundamental para el posterior desarrollo educativo del niño.
En esta etapa se asientan las bases de la personalidad del individuo. Se produce el desarrollo y los aprendizajes más espectaculares que van a darse a lo largo de la vida; empezar a caminar, a hablar, a descubrir a los otros, a relacionarse. Se producen cambios importantes que afectan a su desarrollo emocional, adquisición de hábitos, desarrollo de su autonomía, abriéndose cada vez más al entorno próximo que progresivamente se va ampliando, conociendo y controlando su propio cuerpo, observando, investigando, relacionando objetos, situaciones, etc. Este proceso se produce simultáneamente en unos pocos años. Para que exista una evolución satisfactoria es necesario contar con profesionales adecuados que les acompañen en sus aprendizajes, que sean capaces de respetar sus ritmos de aprendizajes y ofrecerle un entorno rico en estímulos y facilitarle procesos de autonomía en la resolución de sus necesidades. El desarrollo de su personalidad debe ser equilibrado, ninguna capacidad debe desarrollarse en detrimento de otra y, por tanto, no solo se deben facilitar los aprendizajes llamados «escolares», sino también los afectivos, las emociones, la capacidad para empatizar con los demás, aprender a pensar u a resolver conflictos, a enfrentarse con éxito a situaciones nuevas.
Si todo lo anteriormente señalado forma parte del currículum de esta etapa, estamos previniendo situaciones problemáticas y de fracaso futuro en todos los ámbitos, personal, escolar y social.
Por lo tanto, debemos ofrecer el puesto merecido a esta etapa que es MUY IMPORTANTE ya que influirá a lo largo de sus vidas.
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