El cerebro está moldeado en gran parte por las experiencias que ofrecemos como padres y va cambiando en la medida que respondemos mejor o peor a los distintos comportamientos de los niños, por eso los padres podemos ayudar a desarrollar un cerebro más resistente e integrado o desperdiciar muchas oportunidades que nos brindan los problemas de conducta para moldear su carácter y entrenarlos para situaciones aún más difíciles con las que se encontrarán.